El poder de una caminata
Tuve un fin de semana muy bueno. Descansé mucho y practiqué la mayoría de mis hobbies. Pasé un rato agradable con mi gf. El sábado preparamos de comer en casa y salimos a comer el domingo a un café. Hubo prácticamente de todo lo que me hace feliz: buena comida, compañía agradable, sesiones largas de videojuegos y bedrotting, postre y un poco de actividad al aire libre. Y casi olvido el clima, la temperatura ha sido perfecta los últimos días, con aire, frío y un nivel aceptable de humedad.
Todo esto hizo que despertar en lunes fuera difícil.
Pertenezco orgullosamente al club de domingo anti bajón porque me gustan los domingos y me gusta mi trabajo, pero ayer antes de dormir deseé despertarme y repetir el fin de semana. Se sintió fuerte la tristeza de volver a las responsabilidades habituales. Sabía que tenía bastante trabajo que hacer y encima hoy me tocaba cocinar.
Esta combinación de eventos dio como resultado un brebaje de sentimientos complicados, que me hicieron procrastinar la mayoría de mi jornada laboral, aun cuando abandoné la cama a buena hora.
Normalmente, comienzo a trabajar a las 9 de la mañana, pero justo a esa hora decidí ponerme a leer los blogs de otras personas y pensar en posibles temas para escribir en el mío. No ayudó que ninguna de mis tareas para hoy eran urgentes. Sin darme cuenta estaba en Instagram viendo reels, después perdí el tiempo en YouTube y casi sentí un puñetazo en la cara cuando miré la hora y el reloj ya marcaba la 1 de la tarde. Corrí a cocinar y lo logré, pero ya me estaba amargando solo de saber que estaba cerca de terminar mi jornada y yo no había hecho nada.
En ocasiones suelo ponerme triste cuando procrastino. Siento que se debe a que estoy muy consciente de que procrastino porque debería estar trabajando, entonces en vez de trabajar o usar ese tiempo para algo que me guste (como escribir aquí, por ejemplo), lo pierdo todo viendo redes sociales o distrayéndome con búsquedas idiotas en Google que no me llevan a nada. En palabras más concretas: tiro a la basura cinco horas, y cuando me doy cuenta, no disfruté ese tiempo y todavía tengo todo el trabajo del día apilado. Es un perder-perder para mí.
Esta tristeza de la que hablo es algo así como un mini episodio depresivo. Por ejemplo: para cuando terminé de cocinar y comer ya eran más de las tres de la tarde. Pensé en resignarme y no terminar con mi trabajo de hoy, dejarlo para mañana; inventar una excusa y disculparme por no haberlo hecho. Algo que mi yo depresivo ha hecho antes.
Pero dejar el trabajo de hoy para mañana no era una solución viable, porque saber que mañana tendría aún más trabajo fue un pensamiento que me rompió al instante. Entré en pánico porque me sentaba frente a la computadora mirando lo que debía hacer y las palabras no salían. Estaba bloqueado, pero no me rendí.
¿Qué hice? El spoiler está en el título de esta entrada: salí a caminar. Se me antojó un helado y sin pensarlo mucho me vestí, tomé las llaves y fui caminando al McDonald's más cercano. Disfruté cada paso, ver a la gente, comer mi McFlurry y hasta el olor a comida congelada característico de este lugar. Decidí hacer esta actividad lo más contemplativa posible y funcionó, porque cuando regresé a casa me puse a escribir y logré terminar lo que tenía pendiente.
En realidad fue una decisión que tomé de forma consciente. Me gusta caminar y me gusta más cuando hace frío. Además, me ayuda mucho para mi salud mental. Supongo que en algún momento has escuchado sobre caminar todos los días y su impacto, toda esa palabrería fancy que los gurús motivacionales han explotado desde la pandemia, pero en este caso puedo confirmar que es real.
Me parece interesante como algo tan sencillo puede tener un impacto tan grande cuando llevas un estilo de vida sedentario como el mío. Yo trabajo desde casa, así que salir a la calle es algo atípico en mi día a día (porque además no voy a clases de nada y el gimnasio lo abandoné [o me abandonó a mí] hace unos meses). Estoy consciente de que debo salir más, pero ha sido todo un proceso, porque cuando salgo generalmente es para ir a un restaurante o cafetería, algo que no es tan sustentable con respecto a la salud y lo económico.
Lo estoy intentando. Por el momento me alegra saber que hay cosas que puedo hacer para que esos bajones de lunes no me arruinen el día y la semana.
🚶 Es hora de salir a caminar para solucionar todos tus problemas. Gracias por leer.