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Cartas de amor, ¿has escrito una?

Creo fuertemente que amar es ser vulnerable, algo que no hacemos normalmente. Ser vulnerable implica bajar la defensa y mostrar nuestro lado más íntimo a otra persona en la que confiamos plenamente. Nos quitamos la máscara ante otro, nos ponemos una venda en los ojos y tomamos su mano porque no tenemos dudas; porque estamos convencidos de que juntos podemos caminar aunque no podamos ver; porque confiamos en que la otra persona también muestra su alma desnuda ante nosotros; porque amamos.

Dentro de todo lo que implica el amor y su ambigüedad, hay algo que, para mí, es quizá la muestra más grande de intimidad y vulnerabilidad: las cartas de amor. No importa si son serias, sosas o intensas y pasionales, escribir es un acto sumamente personal, y hacerlo con el alma al descubierto le agrega un nivel de intimidad que no tiene comparación. Es algo que trasciende incluso al sexo, pero al mismo tiempo, es un acto de bondad que no busca ser más que otros detalles propios de amar.

Algo que me gusta de escribir cartas de amor es la oportunidad de decir cosas que tal vez nunca le he dicho a esa persona especial; es el momento perfecto para demostrar que ponemos atención, que escuchamos sin importar que tan tonto sea el tema, que nos fijamos en cómo actúa y qué detalles hacen a esa persona ser única en la eternidad. Es divertido, emocionante y muy personal.

¿Y qué pasa cuando recibimos una carta de amor? Para mí no hay algo que se compare. No importa cuántas cartas de amor reciba, la experiencia siempre es única; y aún cuando se trate de amores que caducaron con el tiempo, el momento en que se recibieron esas palabras fue especial. Porque en ese momento todo lo que se escribió en esa carta era real, sincero y puro; en ese presente se estaba amando. Pensar en que alguien escribió o escribirá una carta de amor para mí, me hace sentir una persona muy afortunada, por el simple hecho de tener la oportunidad de recibir tal detalle.

Encuentro maravilloso que en este mundo donde sobran las razones para no confiar, nos sigamos enamorando, dando saltos de fe y escribiendo cartas de amor para otros. Así que ve y escribe esa carta de amor, puedes incluso escribirla para ti; pero hazlo, así como en las películas, con ese ritmo y esas palabras tontas y rebuscadas y ese papel de colores y sobres con diseños rústicos y el perfume y el beso y el papel quemado. Sé vulnerable hoy que tienes la oportunidad.

Tal vez las palabras en el papel no sean eternas, pero el amor seguirá aquí, incluso cuando tú y yo nos hayamos convertido en polvo.

Gracias por leer.

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