Sincera opinión sobre las "experiencias gastronómicas"
He tenido la oportunidad de ir a tres experiencias gastronómicas en mi vida. Son pocas, y nunca he estado (y a lo mejor nunca estaré [¿o sí? ¡Quién sabe!]) cerca de comer en una de las más caras o exclusivas del mundo, pero tres ya son más de una así que creo tener una opinión sólida al respecto.
Sé que no tengo que justificar el por qué escribo al respecto, o quién soy yo para dar una opinión, porque es mi blog y aquí yo escribo lo que yo quiera, pero sí se me hace importante mencionar que soy alguien que disfruta MUCHÍSIMO la comida. Tanto, que el 80% de las ocasiones en que abandono mi casa, son para salir a comer, ya sea a un lugar favorito o a probar algo nuevo.
No voy a decir que soy foodie porque no me encanta el término. Lo que sí puedo asegurar, es que me encanta tragar. Soy tragón desde que tengo memoria y lo seré hasta el día que abandone el espacio terrenal. Como dato adicional: me gusta comer de todo. Tengo una relación complicada con los mariscos, pero siempre estoy abierto a probar cosas nuevas. Digamos que conocer y disfrutar sobre la comida es uno de mis hobbies.
(Además sé cocinar. Cocino todos los días en mi casa, sé de lo que hablo). Aclarado esto, comienzo.
Primero que nada, ¿qué es una experiencia gastronómica? En pocas palabras: una comida completa que busca estimular de distintas formas los sentidos del comensal; desde la vista, hasta el olfato, la mente y por supuesto el gusto. Siempre con una propuesta nueva, única o que pretende guiar al comensal por un viaje de sabores que responden a un concepto.
Si quedan dudas, me parece que este artículo tiene la información necesaria para despejarlas.
Esta noche por fin saldé la deuda de regalo que tenía con L y nos fuimos a vivir una experiencia gastronómica (de ahí la inspiración para escribir sobre esto). La cena se compuso de un menú de cuatro tiempos con maridaje de cerveza. La mitad de los platillos eran una fusión entre comida típica de México y alguna mamarrachada sin mucho sentido. En la experiencia de hoy, a diferencia de otras, el menú no tenía un enfoque específico, eran platos que iban bien con los distintos tipos de cervezas que sirvieron.
Los sabores de los platillos combinaron bien con la cerveza, y adicional al menú, cada quien tenía una tabla con distintos aperitivos para combinar con la bebida: kiwi, chocolate, pistache, plátano, fresa; botana que iba bien con la amargura de la cerveza.
Disfruté de la comida, la cerveza (fue lo mejor), del ambiente y la atención del staff (todo esto fue de mucha calidad y generalmente es así), hasta que recordé por qué no voy más seguido a este tipo de lugares, y la razón es el tamaño de las porciones.
La comida gourmet o de autor tiene esta tendencia ridícula de servir todo en pequeñas cantidades, como si llenar el estómago del comensal fuera una invitación a nunca regresar. Parece incluso que se tiene esta idea de que entre más comida, menos fino es un platillo. No entiendo y nunca voy a entender por qué se tiene esa obsesión con servir poco, cuando de por sí comer de manera tan exclusiva significa una inversión grande.
Pero en definitiva ese es mi problema. Cuando como, me gusta llenarme. Y yo como mucho. Entonces si la cantidad no es suficiente, yo no soy feliz.
Otra cuestión que me llama la atención es la incongruencia con las porciones entre los tiempos. Me parece un problema que la entrada y el plato fuerte tengan la misma cantidad de comida. ¿Fuerte de dónde? Quizá no es la norma, pero me he encontrado con esto en las pocas ocasiones que he comido en estas experiencias. En el caso particular de hoy, la entrada se sintió más basta que el plato fuerte.
No encuentro una razón para esto, pues incluso le falta al respeto a las convencionalidades de una buena comida. Ok tal vez la entrada no sació ni un 15% de mi hambre, pero ya viene el plato fuerte y ese sí que trae bastante... ¿Verdad? Entiendo que se trata de un asunto gourmet, donde no me pueden atascar el plato, pero es incongruente. Si el plato fuerte trae poco, yo esperaría que la entrada trajera menos, y el aperitivo aún menos que menos; pero nunca que fueran lo mismo.
Estoy balbuceando desde la frustración, porque mi tragón interior hubiera querido más de todo, pero la realidad es que la comida completa fue suficiente y no puedo ir a este tipo de lugares esperando llenar mi estómago. Al final, por eso se llaman opiniones, porque son personales, creadas con base en nuestro mundo interior, contexto y necesidades.
Sí disfruto de estos lugares y algo que me gusta mucho es que son una oportunidad para probar combinaciones de sabores que son genuinamente únicas. Sean buenos o malos ya depende del paladar de cada quien. Sin embargo, creo que nadie puede discutir que son irrepetibles. Este es un punto muy positivo de las experiencias gastronómicas, y es también la razón por la que sigo yendo a conocer propuestas nuevas, aún sabiendo que mi hambre se va a saciar a medias.
Seguiré asistiendo a estos restaurantes, pero una o dos veces al año máximo. Es probable que mi opinión cambie en el momento en que tenga el tiempo y la solvencia económica para permitirme este tipo de cenas más seguido. Mientras tanto seguiré pensando en que las porciones son muy miserables y no hay razón para que sean así.
🔄 Puedes cambiar de opinión y eso está bien. Gracias por leer.