Hoy no quiero escribir
Pero voy a hacerlo de todas maneras.
¿Qué pasa con nosotros como especie, que nos cuesta tanto estar felices con lo que tenemos? ¿Por qué siempre queremos más? ¿Para qué? Sé que no todas las personas son así pero también es un hecho que la mayoría de las personas lo son. La verdad no me importa la respuesta, solo fue un pensamiento.
Hoy tuve un gran día. No fue el mejor. Tampoco tuvo nada de especial. Pero fue un gran día. Por el simple hecho de que no la pasé mal, aún cuando estuve trabajando hasta tarde. Aún cuando fue viernes y se sintió como cualquier otro pinche día más. Pero estoy vivo y estoy bien, así que fue un gran día.
Nótese que lo del trabajo fue completamente mi responsabilidad, y la asumí, me desvelé para terminar algo que estuve procrastinando casi toda la semana y tuve que pagar el precio. Ahora toca dormir menos y sentir que este viernes no fue viernes.
He pensado mucho en el burnout. Mi conclusión es que lo tengo, y lo tengo desde hace aproximadamente dos años. No recuerdo cuándo fue la ultima vez que disfruté hacer algo relacionado al trabajo. Quizá desde el 2020 no lo disfruto. Eso es más de la mitad de todo el tiempo que llevo trabajando. En algún momento tuve un respiro, un mes aproximadamente en el que recuperé la motivación con relación al día a día, pero eso fue muy efímero.
Me pregunto en qué momento dejé que pasara esto. Y me pregunto también cuántas palabras le he dedicado al trabajo en este espacio. Más de las que merece.
Te cuento un secreto: a mí me gustaría ser de esas personas que son felices con lo que tienen (¡a quién no!) y en algún momento intenté activamente llegar a este estado. Y sabes, funcionó, porque aprendí a vivir con poco y ser feliz con unas cuantas cosas. Pero te cuento otro secreto: mis ambiciones no están en lo material, sino lo intelectual. Quiero saber más, ser mejor y crear todo lo que pueda, por ende, pienso que jamás voy a ser feliz con lo que tengo porque siempre voy a querer seguir y seguir expresándome. Seguir haciendo. Seguir creando.
Lo digo mucho pero, ¿dónde está todo eso que quiero crear? Aquí, por ejemplo. No es un libro, no es un cuento, no es poema. No es siquiera literatura. Es solo un pedazo de archivo intangible que no llega ni al megabyte, pero es mío; sin mí esto no existiría. Voy a seguir aventando palabras a manera de kilobytes al vasto mundo del internet hasta que esas palabras se transformen en ideas, después en historias y luego en tinta impresa sobre hojas de papel. Aunque solo yo lo lea.
Es tan reconfortante saber que esto será leído por alguien, en algún momento de la historia, desde sepa Dios dónde; por eso no puedo evitar decirte: gracias por leer.