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Rollos primavera y onigiris en domingo

Hace algunas semanas fui a cenar con L, su familia y mi madre. Cuando terminamos de comer, tanto la madre de L como la mía, comenzaron a hablar sobre lo afortunadas que se sentían porque sus maridos sabían cocinar, y además lo hacían bien. De pronto la conversación trató sobre las tareas del hogar y (casi) todos estuvimos de acuerdo en que cocinar es la más complicada.

En el auto, mientras íbamos de camino a casa, L expresó su descontento con la plática. Se veía molesta. Le movía que todos los presentes hubieran valorado más la cocina que la limpieza, e incluso pidió una opinión más elaborada al respecto. Ella pocas veces se molesta, mucho menos por cuestiones o pláticas banales. Esto fue algo atípico.

Un poco de contexto: actualmente vivimos juntos, ella se encarga de la limpieza y lavar ropa; y yo de cocinar, lavar los platos, sacar la basura y limpiar el arenero de los gatos. A mí me gusta cocinar, y sé que lo hago bien, porque amo tragar. A ella no le gusta limpiar pero no sabe cocinar. Le molestó que lo que ella hace, y tanto esfuerzo le toma porque además no le gusta, no tuviera el mismo peso sobre la balanza ante los ojos de nuestra familia (y probablemente la sociedad).

¿Mi opinión? Yo estoy de acuerdo en que la cocina es la tarea del hogar más complicada. La pequeña pero gran diferencia entre cocinar y el quehacer, es que una requiere de ciertas aptitudes y la otra la puede hacer prácticamente cualquiera1 que tenga acceso a los materiales de limpieza.

Ahora, a esto hay que sumarle que comer es una necesidad básica que mueve nuestros instintos naturales. Si algo sabe mal, o está mal cocinado, no te lo comes. En algunos casos, comer algo que no está bien cocinado puede ser muy peligroso. A mí no me queda duda que cocinar, y cocinar bien, es algo que valoro más que saber limpiar correctamente. Esto no significa que no valore la limpieza. Lo hago, mucho, por la simple razón de que a mí no me gusta limpiar.

Anteriormente he sentido que L no valora mi comida. Sé que lo hace, porque lo expresa. El problema es que no es alguien con mucho apetito, y aunque también le gusta comer, no come tanto. Entonces deja sobras de vez en cuando. Además siento que no es consciente del esfuerzo que lleva porque no sabe cocinar. Bueno, sí sabe, pero digamos que si esto fuera un videojuego ella es casual de la cocina2 mientras yo llevo jugando ranked desde hace algunos años.

Esto nos lleva al día de hoy. L decidió cocinar rollos primavera y onigiris, porque se topó con la receta en TikTok. Al principio yo estaba un poco escéptico, porque la receta no es sencilla, ¡pero salieron muy bien! Hubo algunas cosas que mejorar, como el sazón, y los onigiris tuvieron que ser de otra forma porque la original se le deshizo al momento de pasarlos por el sartén. En general todo tenía buen sabor y eso fue una grata sorpresa.

Curioso cómo algo tan sencillo como eso me mandó al pasado cercano cuando tuvimos esa cena. También me hizo reflexionar sobre lo que ambos hacemos en la casa para tener orden, limpieza y algo que comer todos los días. Que ella cocinara hoy me hizo recordar cuánto la valoro. Me pregunto si ella me valora más ahora que cocinó.

Tal vez algún día lea esto y me lo diga. Tal vez la realidad sea que nunca le pasó por la cabeza mi comida mientras ella cocinaba. Quizá ahora me valora menos porque cocinar le pareció fácil. Estoy bien si nunca sé la verdad.

👨‍🍳 Deberías comenzar a cuidar un poco más lo que comes. Gracias por leer.

  1. Esto no quiere decir que cualquiera pueda hacerlo bien, pero ese es otro tema. El punto es que la barrera de entrada es menor o inexistente.

  2. Sabe preparar huevo, chilaquiles, pasta y salsas, por ejemplo.

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